Cristianos perseguidos: Ecumenismo de sangre




















Si hiciéramos una encuesta a pie de calle, preguntando cuál es el colectivo que más persecuciones, torturas y asesinatos ha sufrido en el siglo XX -y en lo que llevamos de siglo XXI- la mayoría de los encuestados se encogería de hombros. La indiferencia y apatía de los medios de comunicación ha hecho que se desconozca que, probablemente son los cristianos la comunidad más perseguida de todo el siglo XX y XXI. Se calcula que en el siglo XX han muerto más cristianos que en los diecinueve siglos anteriores, pisoteándose al mismo tiempo los derechos humanos de comunidades minoritarias como la cristiana o la judía en Oriente Medio. Por aportar algún dato, diremos que once cristianos son asesinados cada hora, por el hecho de ser cristianos – según datos obtenidos por el evangélico Centro para el Estudio de la Cristiandad del Seminario Teológico Gordon Conwell en Massachusetts-.









Actualmente más de trescientos millones de cristianos sufren persecución y discriminación por causa de su fe. Sin ir más lejos, de 2000 a 2011 se han contabilizado 100.000 asesinatos al año de personas cuyo único delito era ser cristiano.

Irak y Corea del Norte, dos infiernos. El motivo de este ensañamiento hacia los cristianos en general, y hacia los católicos en particular, no es otro que eliminar -o al menos desplazar- el cristianismo de unos lugares donde mayoritariamente se profesa el Islam o el Hinduísmo; generalmente se trata de países musulmanes regidos por la Sharia, o países con regímenes políticos dictatoriales o totalitarios, declaradamente ateos, tales como China o Corea del Norte. Actualmente, de los 50 países donde se ha constatado persecución hacia los cristianos, 39 de ellos profesan mayoritariamente la religión musulmana; pero si hay infierno terrenal para el cristiano, ese habría que localizarlo en Irak y Corea del Norte. Según el último Informe del Congreso de Estados Unidos sobre la Libertad religiosa Internacional, son especialmente preocupantes por su marcada persecución religiosa, los siguientes países: Birmania, China, Egipto, Eritrea, Irán, Irak, Nigeria, Corea del Norte, Pakistán, Arabia Saudí, Sudán y las ex-repúblicas postcomunistas del Área Soviética, además de Vietnam, Afganistán, Cuba, India, Indonesia y Laos.
 


Hablamos de cristianos acusados -injustamente- de blasfemia que dan con sus huesos en la cárcel, o de aquellos que pierden la vida en un atentado durante la celebración de la misa, o simplemente nos referimos a quienes por ser cristianos son considerados ciudadanos de segunda clase, hostigados en su lugar de trabajo, sin posibilidad por supuesto de acceder a un cargo con algún tipo de responsabilidad. Los hay que pasan hambre por no renegar de Jesucristo -les racionan la comida-, y hay quienes -sabiendo que pueden morir por ello- sin embargo, tienen una biblia en casa.

La sangre de los mártires, semilla de fertilidad para la Iglesia. Lamentablemente estos hechos y muchos otros no son sucesos puntuales, sino que están marcando una tendencia global. Sin embargo, en febrero de este año 2015 el Parlamento Europeo ha dado, por fin, un paso al frente -esperemos que no quede todo en bellas palabras- y en una Resolución de la Eurocámara ha reclamado medidas urgentes para proteger a las minorías religiosas cristianas de los asesinatos masivos y sistemáticos que comete el Estado Islámico, calificando tales actos de “genocidio”. En concreto, califica de genocidio las persecuciones del Daesh (EI) en Siria e Irak.





“Con gran preocupación sigo los dramáticos sufrimientos de los cristianos que son perseguidos y asesinados por su credo religioso”, señala el Papa.

Detrás de tantas y tantas muertes, descubrimos el fondo de la cuestión: estos cristianos, sean de la confesión religiosa que sean, no reniegan de su fe en Jesucristo, y esto es lo que les lleva a la muerte. Benedicto XVI en diciembre de 2010 señalaba que la persecución a los cristianos por causa de su fe es “intolerable, y representa un insulto a Dios, a la dignidad humana, y una amenaza contra la paz y la seguridad”. Por su parte, el Papa Francisco el 14 de noviembre de 2014, al término de la Audiencia General, dijo: “Con gran preocupación sigo los dramáticos sufrimientos de los cristianos que en varias partes del mundo son perseguidos y asesinados por su credo religioso. Siento la necesidad de expresar mi profunda cercanía espiritual a las comunidades cristianas duramente golpeadas por una violencia absurda”. Y continuó: “una vez más dirijo un apremiante llamamiento a cuantos tienen responsabilidades políticas a nivel local e internacional”. Por otro lado, Francisco y el Patriarca de Constantinopla, en una Declaración conjunta el 30 de noviembre de 2014, manifestaban que “la sangre de los mártires ha sido semilla de fuerza y de fertilidad para la Iglesia; los sufrimientos cotidianos compartidos pueden ser un instrumento eficaz de unidad”.




Verdaderamente en estos países los cristianos perseguidos están siendo probados en su fe. Y el Papa Francisco no deja de alentar a estos nazarenos del siglo XXI. El Papa habla de la existencia de un “ecumenismo de la sangre” y ve en esta entrega de la propia vida por amor a Jesucristo una vía para alcanzar la unidad entre todas las confesiones cristianas. El 16 de febrero de 2015, en una Audiencia con los representantes de la Iglesia de Escocia -Reformada- decía: “Hoy pude leer la ejecución de esos 20,21,22 cristianos coptos. Solamente decían: ‘Jesús ayúdame’. Fueron asesinados por el sólo hecho de ser cristianos. (…) Sean católicos, ortodoxos, coptos, luteranos, no interesa: son cristianos. Y la sangre es la misma, la sangre confiesa a Cristo. Recordando a estos hermanos que han sido muertos por el sólo hecho de confesar a Cristo, pido que nos animemos mutuamente a seguir adelante con este ecumenismo que nos está alentando, el ecumenismo de la sangre. Los mártires son de todos los cristianos, recemos unos por los otros”.

“La sangre de nuestros hermanos cristianos es un testimonio que grita” dice el Papa Francisco


Los pasos de Francisco en favor de la unidad.

De hecho, los pasos dados por Francisco en favor de la unidad de los cristianos son constantes, el 10 de mayo de 2014 se conocía la noticia de que el Papa había enviado una carta a Su Santidad Tawadros II, líder de la Iglesia Copta Ortodoxa de Egipto y Patriarca de la Sede de San Marcos donde le recordaba los lazos espirituales de amistad, así como el ecumenismo de sangre que une a las Iglesias. En la carta le decía que aunque “nuestra comunión es todavía imperfecta, aquello que tenemos en común es más grande que lo que nos divide”. Otro paso más dado en este sentido ha sido el Mensaje que el Papa envió el 21 de abril de 2015 al Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Tewahedo de Etiopía, en el que manifestaba su “gran consternación y dolor al recibir la noticia de la enésima violencia perpetrada contra cristianos inocentes en Libia (…). La sangre de nuestros hermanos y de nuestras hermanas cristianos es un testimonio que grita para hacerse escuchar por todos los que todavía saben distinguir el bien del mal”.

Por otra parte, Francisco se ha reunido recientemente con el Patriarca de Moscú y todas las Rusias, Kirill, y después de dos horas de conversación privada ambos han firmado una declaración conjunta sellada con un abrazo “de hermanos”. Para finales de octubre está previsto un viaje de Francisco a Suecia con motivo del 500 aniversario de la Reforma Protestante iniciada por Martín Lutero. La celebración en Lund será una ocasión para reafirmar los avances ecuménicos entre católicos y protestantes, desde el Concilio Vaticano II hasta la actualidad. Victoria Luque.  Publicado en Cooperador Paulino. 

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