Hombre y mujer los creó




El arzobispo Fulton J. Sheen, de Estados Unidos – declarado “Venerable” hace unos años por Benedicto XVI- decía que “no hay ni 100 personas que odien en Estados Unidos a la Iglesia católica, pero hay millones que odian lo que equivocadamente perciben que es la Iglesia católica”. Para deshacer este entuerto, veamos qué dice la Iglesia sobre la homosexualidad, y tengamos en cuenta que la Iglesia con su enseñanza no pretende fastidiar, juzgar y condenar, todo lo contrario, le asiste el deseo de la búsqueda de la verdad y de que todos logremos nuestra plenitud como personas conociendo más íntimamente al Señor de la vida.

La Congregación para la Doctrina de la Fe declaró en 1975: "Según el orden moral objetivo, las relaciones homosexuales son actos privados de su regla esencial e indispensable”. ¿Cuál es esa regla esencial e indispensable? Cabe pensar que sea el acto unitivo propio de toda relación conyugal entre un hombre y una mujer, y el hecho de que toda relación sexual ha de estar abierta a la vida.

Por su parte, el Catecismo de la Iglesia católica afirma en el párrafo 2357 que “la homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves, la Tradición ha declarado siempre que ´los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados´. Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso".

“Los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Catecismo de la Iglesia Católica)

Julia, católica y lesbiana, apunta por su parte que “cuando la Iglesia dice que la atracción por el mismo sexo es intrínsecamente desordenada, lo que está diciendo es que el deseo no puede satisfacerse por el mismo diseño de nuestros cuerpos. Porque Dios creó una carne originalmente. “El hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a la mujer, y los dos se unirán en una sola carne”. Y dos cuerpos de hombre no pueden recrear esto. Dos cuerpos de mujer no pueden recrear esto. Sólo un hombre y una mujer”.

Inclinación y actividad homosexual. No me resisto a traer a estas páginas el pensamiento de John Piper, un pastor protestante, que reflexionando sobre Romanos 1, 24-29, dice lo siguiente: Al cambiar a Dios por nuestro ídolo más apreciado, que normalmente es el “yo”, tenemos inclinación a enamorarnos del mismo sexo. Por tanto, la atracción hacia el mismo sexo es una forma disfuncional de idolatría, no quiero decir que las tentaciones homosexuales sean la única manera en que se muestra ese tipo de idolatría por uno mismo, pero es lo más profundo que he escuchado acerca de por qué Dios desaprueba la homosexualidad activa, no solo que la Biblia diga “no lo hagas”, no solo que Dios los crease “hombre y mujer”, sino que en lo profundo, existe un tipo de idolatría involucrado en las relaciones con el mismo sexo.

Carlos Catari, venezolano, ex-gay, el cual tiene un canal en you tube que ayuda a otros homosexuales en su camino hacia su verdadera identidad, nos hace una confidencia relacionada con su ego: “un amigo, en un determinado momento de mi vida, me dijo: Carlos, el problema de muchos cristianos es que tienen a Jesús como su salvador, pero no lo tienen como su Señor. En el acto entendí que la razón por la que yo me encontraba en esa situación de vida tan deplorable, era porque Jesús no era mi Señor; yo era el Señor de mi vida”.

La Iglesia, por otra parte, también distingue entre la inclinación homosexual y la actividad homosexual, enseñando que la primera no es pecado en sí misma, aunque inclina a actos que sí lo son. "Indudablemente, estas personas homosexuales, deben ser acogidas, en la acción pastoral, con comprensión y deben ser sostenidas en la esperanza de superar sus dificultades personales y su inadaptación social. También su culpabilidad debe ser juzgada con prudencia".

Melinda, lesbiana y católica lo explica a su modo: “creo que se deben distinguir dos elementos en la atracción por el mismo sexo: está la atracción natural que los seres humanos sienten hacia otros seres humanos, puede ser a nivel emocional, todas estas cosas son perfectamente normales, lo único que la Iglesia dice que es desordenado es cuando esto se convierte en deseo sexual”.


“No se trata de decir no al placer, se trata de decir sí al amor auténtico” (C. West)


¿Qué es mejor para aquel que amo? Christopher West, escritor y teólogo, determina: “Vivir de acuerdo a la ley natural significa humildemente rendirme al diseño de Dios y decir: Esta es la manera en que voy a elegir vivir mi vida, aún si internamente tengo que luchar contra impulsos y deseos que quieren llevarme en otra dirección, me vuelvo humilde y digo: hay un plan más grande, una realidad más grande, y me someto a eso. ¿Qué hacemos cuando sentimos deseos no compatibles con el diseño de Dios que busca la plenitud del ser humano? Si queremos desarrollarnos completamente como hijos de Dios debemos aprender a decir no al deseo que me apartaría del verdadero florecimiento. Para poder decir sí a aquello que lleva a la verdadera plenitud. A aquellos que sienten atracción por su mismo sexo no se les pide algo distinto a lo que se le pide a un heterosexual, todos estamos llamados a la castidad. Cada uno de nosotros. La castidad es la virtud que orienta nuestros deseos sexuales de acuerdo al diseño de Dios. Para poder alcanzar nuestro destino”.

Y concluye: “No se trata de decir no al placer, no al “herpes”, no al infierno, en realidad se trata de decir sí a una cosa más importante, se trata de decir sí al amor auténtico. La persona casta no es la persona asexuada. La persona casta es alguien que sabe qué hacer con su sexualidad. Todos estamos llamados a la castidad, no como una represión del deseo, sino como la transformación y redención internas del deseo según el diseño de Dios. Para poder alcanzar nuestro destino”.

En este sentido, David, un homosexual que ha dado un giro a su vida espectacular, puede aportar un poco de luz en relación con la conversión del corazón: “Me enfoqué en construir cimientos sólidos en Dios, y cosas maravillosas comenzaron a suceder. Dejé de tener relaciones sexuales, dejé de beber, dejé las drogas y perdoné a mi padre de corazón. E hice magníficos amigos católicos, y empecé a gustarme como era. Encontré esperanza, la esperanza que viene de Dios, la única fuente inequívoca del amor de Cristo que vino a mí”.

Por último, Jason Evert, evangelizador católico señala que “cuando la Iglesia invita a la gente, no les invita a una vida de vacío y soledad, los invitamos a ser ellos mismos viviendo de acuerdo al plan de Dios; la verdadera satisfacción en la vida no se obtiene teniendo relaciones sexuales o siendo sexualmente activos, la verdadera satisfacción se obtiene a través del amor, y el amor es hacer lo que es correcto. Si eres un hombre y estás atraído por otro hombre, la pregunta es: ¿qué es mejor para aquel que amo? ¿qué es lo mejor para este hombre que amo? Porque Dios, la Iglesia, Jesucristo, los evangelios, no me prohíben amarle, me mandan amarle. ¿Entonces cómo lo hago? Tal vez a través del sacrificio, de la intercesión, de la oración, de la pureza”. Victoria Luque.






(Fuente: “El tercer camino y la Iglesia Católica” (You Tube)
Articulo publicado en Octubre 2017 en Cooperador Paulino.

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