Mis cosas de hoy y de ayer

  El miércoles pasado fui a ver al cine Sound of Freedom . Y me encantó. Me pareció que la historia está muy bien narrada, en ningún momento cae en el morbo, a pesar de que el tema se presta a ello (como ya sabréis denuncia el tráfico de niños en todo el mundo y la violencia sexual que se ejerce sobre ellos). Usa de una delicadeza y sensibilidad absoluta, y mantiene la expectación hasta el último minuto. Os recomiendo encarecidamente que vayáis a verla. No os defraudará y de alguna manera, contribuiréis a que este asunto tan sórdido no quede al margen de la opinión pública. He estado leyendo críticas de articulistas de distintos medios escritos y audiovisuales y me han dejado helada. ¡Cómo se puede ser tan burdo/a, tan insensible, tan asquerosamente dogmático! Cómo se puede escribir obviando la perversión más abyecta y a renglón seguido tener la osadía de combatir una película que lo único que trata es de sacar a la luz lo más sórdido del ser humano. Se la ha tachado de ser un film de

“Tengo una hija que desde hace dos años padece de depresión y ansiedad, tiene 15 años y su sufrimiento nos ha abierto los ojos a una realidad que para nosotros, hasta ahora, era desconocida”, comenta la madre de Ana Rodríguez, y prosigue: “Ella está evolucionando bien, pero muy despacio. Las crisis de ansiedad son ahora más dilatadas en el tiempo, pero los “bajones” como ella los llama, siguen siendo tremendos: se mete en sí misma, no nos habla, llora, a veces llega a ser agresiva y otras veces intenta hacerse daño a sí misma. Está medicada, pero eso no quita que sufra mucho, y la manera de aminorar ese dolor interno es haciéndose cortes en los brazos, o dándose golpes con la cabeza en el suelo… Gracias a Dios, estos episodios son cada vez menos frecuentes”. Así habla la madre de Ana, quien se ha brindado a dar este testimonio para hacer visible la enfermedad mental entre los jóvenes y adolescentes. La familia de Ana es cristiana, y ello supone un plus, pues el recurso de la fe no deja