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Mostrando entradas de abril, 2017

La última vez que hiciste algo por primera vez

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Os dejo esta entrada de mi hijo Jose, de Erasmus en Gante. Me ha parecido tan "verdadera" que no he resistido la tentación de copiarla tal cual. Espero que os ayude tanto como a mí me ha encantado leerla. Copio también el enlace de su blog por si queréis seguirle más de cerca. https://anunusualstory.blogspot.com.es/2017/04/la-ultima-vez-que-hiciste-algo-por.html?spref=fb Para acceder al gimnasio al que he empezado a ir en Gante tienes que ascender por una escalera de caracol el equivalente a dos pisos, como si el esfuerzo de llegar al gimnasio en sí te preparara para lo que vas a vivir a continuación. Allí, escrito en letras gigantescas se encuentra el siguiente mensaje: When was the last time that you did something for the first time? (¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?) La primera vez que lo leí me sonreí para mis adentros porque era la primera vez que iba a un gimnasio con intención de volver, y pensándolo más tarde me sentía contento p

Si la sal no sala, será echada fuera

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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielos». ( Mateo 5, 13-19) La sal en otro tiempo era un bien muy preciado. Incluso los pueblos pagaban con sal, porque sin ella las comidas no tenían sabor, resultaban insípidas, por ello era un elemento muy codiciado. Es recurrente para explicar este evangelio el ejemplo de la sal vertida con moderación en el cocido. Si echamos mucha sal, aquello no hay quien lo coma, lo expulsamos de la boca con más de un aspaviento... si por

25 años de casados

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Escribo esto para que no se me olvide. Dentro de una semana haremos 25 años de casados, Jose y yo. Toda una vida juntos, sí. Ya llevamos más años juntos, que cada uno por separado. Y tengo que decir que no me merezco al hombre que Dios ha puesto a mi lado, no, no lo merezco. Durante muchos años, he sido una necia de tomo y lomo; tenía tan idealizado lo que debía ser un matrimonio que no me he dado cuenta de que hería y despreciaba, sí, al compañero de mi vida. Tenía tan sobrevalorado el "sentimiento", que olvidé que el matrimonio se fundamenta también en la voluntad. En querer amar y dar la vida por quien tienes al lado. Con el "sentimiento" no se conoce a una persona; a la persona se la conoce a través del sufrimiento, a través de las tribulaciones que juntos hemos pasado. Satanás me engañó con los afectos. Me sentía no querida, y esto lo catapultaba sobre mi marido. Pensaba que yo era la buena, la que llevaba el peso de la familia, la guay, y que él, pobrecito