Andrés, seminarista chino: "Conozco a un obispo que estuvo veinte años encarcelado por ser sacerdote"



Andrés es un joven chino que está estudiando en España para ser sacerdote. Lleva seis años en nuestro país y seguramente cuando sea ordenado volverá a China a servir a sus hermanos de fe. Su obispo está actualmente en arresto domiciliario. Esto, que para nosotros es chocante, resulta muy normal en ese país asiático. Hoy día, en China los católicos viven su fe de forma heroica.

 

En el marco del XI Encuentro Misionero de Jóvenes 2014, organizado por las Obras Misionales Pontificias, este joven chino —que ha pedido que su foto no salga publicada en ningún medio de comunicación, dada la difícil situación que experimentan cada día los católicos chinos en su país— da su experiencia de fe, y comienza hablando de su propia vida: “Yo he nacido en una familia cristiana como vosotros, y, desde pequeño, mis padres me han instruido en la fe, una fe que es transmitida por los padres católicos chinos de generación en generación. Yo tengo cinco hermanos, y la gente me pregunta cómo es posible si en China solo es rige la ley del hijo único. Lo primero que quisiera decir es que el Señor siempre te ayuda a superar los obstáculos y a vivir la fe. Para mí esos años con mis hermanos han sido inolvidables. Mis padres querían tener más hijos, no el “hijo único” establecido por la ley china, y por esta causa vivieron escondidos. Teníamos dos casas, y mis hermanos y yo vivíamos en una de ellas; el mayor era el que cuidaba de los demás… Mis padres hicieron esto porque querían estar abiertos a la voluntad de Dios”.
la Iglesia oficial y la clandestina





Como ya hemos dicho, la situación de los cristianos en China —y de los católicos en particular—es complicada. Dado el férreo control chino sobre la información, no existen datos estadísticos comprobables sobre el número de católicos chinos; se estima que son unos doce millones, aunque este número podría ser mayor o menor. Por otra parte, en China coexisten dos “Iglesias”, la oficial y la clandestina. La primera, bajo la autoridad política, estaría controlada por la Asociación Patriótica de los Católicos Chinos, y en ella están inscritos el 60 % de los católicos chinos. De la segunda, la clandestina, que solo reconoce la autoridad del Papa, formaría parte el 40 % restante. Tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI se mostraron muy atentos a la situación de los chinos católicos y ambos intentaron, y de alguna manera consiguieron, acercar las dos “Iglesias”; de hecho, de los 79 obispos “oficiales”, actualmente el 90 % de ellos han sido reconocidos como tales por el Vaticano.

 


Si tenemos en cuenta que China tiene 1360 millones de habitantes, la proporción de católicos en ese país es ridículamente pequeña… “Ya sabéis que China es un país mucho más grande que España —dice Andrés— y que toda Europa, y la población es una cuarta parte de la población mundial. De cada cuatro personas que hay en el mundo, una es china. Y los católicos en China somos solo el uno por ciento. Es decir que de cada 100 personas, 99 todavía no han conocido a Cristo. Pero ellos también tienen derecho a conocerlo, ¡porque Cristo también murió por ellos! ¡Los ha salvado con su muerte! Yo creo que la Iglesia es santa, católica y apostólica y, por tanto, los misioneros tienen un papel muy importante en la evangelización. Sabemos por nuestra historia que san Francisco Javier llevó el Evangelio al Extremo Oriente, al Japón y a la India; luego, Mateo Ricci, misionero jesuita, en 1584 llevó el Evangelio a China. Desde aquel momento, la Iglesia siempre ha estado en China. ¡Pero la situación es tan difícil…! Muchos obispos y sacerdotes hoy día están encarcelados por su fe. Entre los años cincuenta y ochenta del siglo pasado muchos han pasado gran parte de su vida en campos de trabajo, encarcelados por ser fieles al Papa, por ser fieles a Cristo. Ellos, con su vida, han dado testimonio de qué es lo más importante; con su actitud nos han dicho que la fe vale más que la vida. Y han muerto en la cárcel, después de muchos años encarcelados. Han muerto diciendo con su vida que la fe es el regalo que nos ha dado el Señor”.

obispos y sacerdotes desaparecidos

La persecución contra la Iglesia clandestina sigue en pie. Algunos estudiosos hablan de dieciocho obispos y diecinueve sacerdotes en prisión o desaparecidos. Se estima que el número de obispos clandestinos podría ser cincuenta. Abundando en los datos —siempre con la consabida reserva— diremos que el número de seminaristas que estudian en seminarios no aprobados por el gobierno chino, rondaría los ochocientos. Por otro lado, los sacerdotes “oficiales” son más de dos mil doscientos, y actualmente hay diecinueve seminarios aprobados por el gobierno, en los que se preparan para el ministerio sacerdotal más de mil trescientos seminaristas.
Andrés, el joven seminarista chino, prosigue: “Hoy día, todavía hay sacerdotes y obispos que con su propia vida están dando testimonio de nuestra fe. Porque esta fe sí que vale la pena vivirla, a pesar de las situaciones difíciles, cueste lo que cueste. Ellos con su vida así nos lo dicen. Conozco a un obispo que antes de ser nombrado obispo estuvo veinte años encarcelado por ser sacerdote. Él prefirió esta situación antes que renegar de Cristo, porque Jesucristo es lo más importante; Él es más fuerte que cualquier dificultad. Ninguna situación es más grande que nuestra fe.
También conozco la historia personal de otro obispo que, por ser fiel a Cristo y a la Iglesia de Roma lleva más de cuarenta años encarcelado. Muchas veces le han ofrecido la ocasión de abandonar su fe, y le decían: “Serás libre, podrás hacer cualquier cosa”, pero él respondía siempre: “Yo quiero ser fiel a Cristo, sé de quién me he fiado”. Así es nuestra fe. Con la ayuda del Señor ha testimoniado el valor de la fe durante estos cuarenta años. Hoy día no sabemos nada de él, quizás ya está en los brazos del Padre, pues desde el año 1997 no tenemos ninguna noticia sobre él. Ha sido un obispo valiente”.

mantienen la fe con la oración



 

Andrés, por otra parte, nos da algunas pinceladas sobre la forma en que defienden su fe los católicos chinos: “Los fieles católicos chinos viven su fe de una manera muy, muy piadosa. La mayoría se reúnen juntos a rezar, no en iglesias tan bonitas como las nuestras, sino en casas particulares; porque en los pueblos los católicos somos muy pocos, una minoría. Por ejemplo, en mi pueblo solo somos cien católicos, y hay pueblos en los que solo una familia es cristiana. Pero aun en estas condiciones tan extremas, ellos mantienen su fe: cada día rezan por la madrugada y por la noche durante una hora. Y muchos españoles me preguntan si “eso tiene valor”. “¡Pues claro!, así mantenemos viva nuestra fe”, les digo.


 

Y continúa describiendo un panorama ciertamente distinto a lo que nosotros, los españoles, estamos acostumbrados. “En algunos lugares de China quizás veas a un sacerdote solo una vez al año, pero esa carencia te puede ayudar a vivir esperando el día en que puedas recibir al Señor en tu corazón. Por otra parte, el domingo, para nosotros los católicos chinos es un día especial porque es el día en que resucitó el Señor para nuestra salvación. Este día lo dedicamos única y exclusivamente al Señor. El domingo rezamos cuatro veces, en cuatro momentos distintos del día. ¿Estamos locos? Sí, locos por Cristo. Los católicos chinos dedicamos cuatro horas del domingo a orar, a alabar al Señor, viviendo la fe, que es más importante que nuestro ocio o nuestro tiempo libre”.

pocos sacerdotes católicos

Desde 1980 han sido abiertas en China más de cinco mil iglesias y capillas, pero, aun así, la necesidad de lugares de culto y de sacerdotes católicos sigue siendo grande: “El sacerdote tiene mucho trabajo; sin ir más lejos, mi párroco tenía a su cargo setenta pueblos, y esto ocurre porque hay pocos sacerdotes en China. Los fieles están muy necesitados, tienen ansia de recibir la sagrada comunión; durante el año solo pueden recibir al Señor en la comunión y participar de los sacramentos una o dos veces. Por eso los católicos chinos esperan la llegada del sacerdote con ansiedad”.

 


 

Sobre la entrega generosa de estos sacerdotes católicos en China, de número tan escaso, Andrés explica: “En algunas fiestas importantes de la Iglesia, como la Cuaresma, por ejemplo, el sacerdote está más de diez días escuchando las confesiones de los fieles y dando la absolución. Y cada día fácilmente puede dedicar más de diez horas a esta labor de confesar a la gente. Es un trabajo duro, ¿o no? Evidentemente, sí. Y la causa de ello es porque no hay sacerdotes suficientes en China”.
Por último, Andrés hace una petición a todos los presentes: “Quiero pedir a todos que recéis por nuestros hermanos chinos necesitados del don de la fe, porque ellos también tienen derecho a conocer a Cristo. La oración es muy importante; encomendemos la labor evangelizadora de China a santa Teresa de Lisieux, patrona de las Misiones. Rezad por ellos. Y si alguno siente la llamada del Señor a entregar su vida a la misión, ¡ánimo y adelante! No tengáis miedo, porque el Señor es más grande que cualquier dificultad. El Señor te ayudará. Una vida apasionante te espera”. Victoria Luque. Articulo publicado en el número 50 de Buenanueva.



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