La alegría de la clausura
Mi hija Victoria (10 años), tan sentimental, empezó a llorar y no paraba. Era un mar de lágrimas. Pero, ¿por qué lloras, Victoria? Si ella está muy feliz... y sus padres también, aunque se les escape alguna lágrima... Victoria, desconsolada, se emocionó cuando vio a Pedro, el padre de Mª Dolores, bendecir a su hija que acababa de tomar los hábitos. Había sido una celebración entrañable, emocionante, intrépida y festiva. La fuerza del Espiritu nos llevaba a todos como si de una ola enorme se tratara, nos arrollaba, nos mecía, nos estremecía tanta fuerza de Dios. Al final de la celebración se hicieron inevitables las lágrimas. Sobre todo en los pequeños, que no entendían... Victoria vio a Pedro, el padre, que con la voz entrecortada bendecía a su hija ("hija, que el Señor te bendiga, te cuide, y te guarde para nosotros en la vida eterna")y no pudo contenerse. Clara, la amiga de Victoria, se sumó al desconsuelo por afinidad. María Dolores entró en el templo con un vestido de c...