Microrrelato: Amor de verdad
Dibujó un pequeño ataúd y se metió dentro. Era su forma de evadirse de la realidad. Andrea, de constitución fuerte, con 14 años y 80 kilos en un cuerpo de 1,90 centímetros, siempre dibujaba un ataúd minúsculo en los momentos angustiosos. De esa manera se anonadaba, se volvía insignificante, invisible, inalcanzable. Sus padres la dejaban hacer. Respetaban sus bajones.
La sorpresa vino cuando su hermano de 4 años dibujó al lado de su ataúd, otro aún más irrisorio. Se metió en él y taladró un agujero, dos agujeros. De repente, una manita se coló en su habitáculo y la rozó. La agarró y la hizo sentir alguien.
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