Curso para aprender a leer en misa: "Le ponemos voz a Dios"

Angel M. Pérez

 

La lectura pública en las primeras comunidades cristianas era un hecho habitual ya desde el siglo I de nuestra era y proviene de la tradición literaria de los judíos. Así, en las sinagogas los judíos escuchaban la Palabra de Dios y será en las primeras comunidades cristianas nutridas por judíos de origen donde se leerán los manuscritos de los evangelistas y las cartas de los apóstoles públicamente, siendo esta lectura en comunidad una forma de contrastar la fiabilidad de esos manuscritos bíblicos. Hoy día, salvando las distancias, la Iglesia continúa esa lectura en comunidad principalmente a través de las misas dominicales.

Desde hace cuatro años Ángel Manuel Pérez se dedica, entre otras cosas, a recorrer España enseñando a los católicos a proclamar las lecturas de la misa del domingo: “No quiero exagerar, hay quienes leen relativamente bien, pero es una minoría; la megafonía no suele ser buena, los templos son grandes, normalmente reverbera el sonido y el resultado final es que la Palabra no se oye ni se entiende”. Este periodista y locutor profesional está plenamente volcado en esta misión personal a la que se ha lanzado en cuerpo y alma, desde aquel ya lejano día en que pensó que quizás él podría ayudar a los fieles a vocalizar, a proyectar la voz y a perder el miedo escénico delante de un atril: ”Toda esta situación me cuestionaba interiormente… ¿Qué puedo hacer para ayudar a la Iglesia? Así empecé, llamando a las parroquias y ofreciendo este curso para lectores de misa”.

“Dar estos cursos me ha cambiado la vida. Ha sido un regalo del cielo, sin duda”.

Las Hermandades piden el curso. El fin de semana pasado contaron con su buen hacer una parroquia del barrio de la UVA - un barrio muy precario del norte de Madrid capital- y otra de San Sebastián de los Reyes -en Madrid provincia-. Sin embargo, es en Andalucía donde este curso intensivo de tres horas y media -con quince minutos de descanso-, especialmente pensado para laicos -aunque también se imparte a seminaristas y sacerdotes-, se ha afianzado de una forma asombrosa: “Andalucía es donde más cursos imparto, entre otras razones porque aquí hay 3000 Hermandades de Penitencia, y las Hermandades han detectado muy bien la necesidad de que los fieles escuchen y entiendan lo que se proclama desde el ambón”. Señala, además que la acogida del curso por parte de los seglares y de la jerarquía es muy positiva, de hecho “ya me he entrevistado con varios obispos y dos de ellos han coincidido en lo mismo, me han hecho ver que esta formación que yo imparto, enseñar a proclamar la Palabra de una forma puramente práctica, no existía –hasta ahora- dentro de la Iglesia. Sí, siempre ha habido cursos de liturgia, pero esto es distinto”.

“Enseñar a proclamar la Palabra de una forma puramente práctica, no existía –hasta ahora- dentro de la Iglesia”.
Angel Manuel Pérez

Leer en voz alta. A lo largo de estos años Ángel M. Pérez ha introducido algunos elementos nuevos, pero sobre todo la clave, dice, es la sencillez. “Hay que leer mucho en voz alta para mejorar, cada vez que termina un curso abro un grupo de wasap con los asistentes del curso –ya tengo casi 200 grupos de wasap- y les envío semanalmente un texto y un audio con las lecturas del domingo siguiente, así el alumno puede seguir practicando, oyendo e imitando, esto funciona muy bien”. El último proyecto que tiene entre manos es lograr que una parroquia en Sevilla acoja a un grupo de ciegos de la capital hispalense para que ellos proclamen las lecturas en braille, en su propio leccionario adaptado para ellos. “Sinceramente, dar estos cursos me ha cambiado la vida. Ha sido un regalo del cielo, sin duda, señala”.

Y como anécdota, refiere el caso de Juan, “un señor invidente de 69 años, con grandes inquietudes, con estudios universitarios, a quien le gusta la filosofía, etc. Pero ¿qué ocurre? Que cuando habla, se atasca, tartamudea. ¿Por qué? Porque tiene muchas ideas en la cabeza y las quiere decir todas a la vez. Bien, pues lo curioso es que cuando se pone delante del texto sagrado se le quita la tartamudez. Se le quita radicalmente. Te das cuenta de que siendo tartamudo y ciego, al proclamar lee con absoluta normalidad, incluso dándole al texto un toque un poco más lento, lo cual viene bien, porque así se entiende a la perfección. Me quedé pasmado, le dije: Juan, ahora no tartamudeas”.

Por último, este locutor de radio y periodista señala que “el curso sirve a mis alumnos de una forma que yo ni siquiera imaginaba, ellos llegan a percibir la importancia de proclamar la Palabra, porque, cómo decirlo, le estamos poniendo voz a Dios”.

Contacto: vozdemisa.com/ Telf. 683 196 277

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