DÍA DE LA MUJER, SIN MÁS


Este año, el día de la mujer trabajadora me ha "pillado" trabajando fuera
de casa, llevo en este cometido tres meses, y la verdad, estoy contentísima...
pero esto no es óbice para que valore, y mucho, el trabajo de la mujer,
dentro de casa.
Yo he pasado trece años de mi vida, trabajando "puertas adentro",
y por mi forma de ser, soy bastante introvertida y me cuesta derribar las
trincheras que yo misma construyo- para mí ha sido un tiempo de desierto,
un tiempo duro, donde he experimentado muchas veces la soledad, pero ha sido ahí donde me he encontrado con el Señor.

En este sentido, ha sido un tiempo de gracia.

Para mí la oración ha sido mi sustento y mi fortaleza.

Y he visto al Espíritu Santo hacer horas extras conmigo. Ahora entiendo a santa Teresa de Lisieux, patrona de las Misiones sin salir del convento... la entiendo porque se puede animar, acoger y amar muchísimo... desde casa, y a través, muchas veces, del hilo telefónico.

En estos trece años de "exilio", he madurado mucho como persona. Para mí
que el Señor quería que pasara por esto para hacerme más humilde... la
mujer que trabaja en casa no es nadie para la sociedad, no te dicen que estás
perdiendo tu vida, porque eso suena muy fuerte, pero lo piensan... ya lo creo.

En la soledad de la casa (cuando los mayores están en el colegio, y los pequeños son eso, pequeños para mantener con ellos una conversación
adulta) he descubierto el amor entrañable de mi Padre Dios, y me he
sentido muy querida por él.

En la soledad de la casa he degustado sus amores.

Y este tiempo para mí ha sido fructífero, porque he conocido que El me
lleva tatuada en la palma de sus manos. Que soy la niña de sus ojos. Que sin
Él yo no soy nada.

Si digo que yo elegí quedarme en casa, voluntariamente, cuidando de mis hijos, mentiría... a mí, el estar en casa me vino dado (cerraron la empresa donde trabajaba), pero ciertamente, acepté y acogí esta nueva etapa en mi vida con paz y con entusiasmo.
Sí, quería cuidar de mis hijos, personalmente, y disfrutar de ellos... no quería que pasaran los años, y que cuando les viese crecidos, lamentase no haber estado más con ellos, compartiendolo todo...

Para mí ha sido una elegría inmensa cuidarles, escucharles, estar ahí...
y ahora, una vez que he aprendido la lección de que todo me viene de Dios,
y de que todo es gracia, todo es don,
el Señor me da un trabajo fuera, para mayor gloria suya.

En casa o fuera de casa, qué más da, el tiempo es del Señor.

P.D. También he hecho otro descubrimiento que me ha llenado de alegría,
que esta familia tan grande que me ha dado, viene en mi ayuda,
para mí ha sido mi salvación... gracias a esta familia he visto cómo soy, he
visto mi egoismo, mi comodidad, cómo me busco a mí misma...
también gracias a ella he podido salir de mí, he visto mis debilidades
y he gustado el poder donarme...

Verdaderamente Señor, tú eres el sabio, y yo la criatura.

Comentarios

  1. Está claro que la mujer que trabaja en casa, trabaja como las otras, y es trabajo no remunerado real y valorable.

    Porque si no lo hiciera, alguien tendria que hacerlo y eso cuesta dinero. Por lo tanto nunca está tirando su vida.

    Una mujer que trabaja fuera de casa, está aportando sustento económico y está enriqueciéndose ella misma (en principio). Pero a ese dinero hay que descontarle el de la "chica" y algo dificil de evaluar como la degradación del orden en la casa y la atención a los mas pequeños. Además en ese aspecto hay que ser muy realista. Un curro no es mas que un sitio donde dan dinero que necesitas para pagar tus facturas, a cambio de trabajo. Punto.

    Excepto temas muy vocacionales, la triste realidad de los trabajos es esa. Llega la jubilación, la empresa sigue adelante sin ti (que cosas eh?), y te olvidan por completo, como si nunca hubieras existido.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Victoria, gracias por compartir esta refelxión tan profunda. Tocábamos este tema, mi esposa Lucy y yo. Cuando leíamos el Salmo 127.

    La herencia de Yahveh son los hijos, recompensa el fruto de las entrañas; como flechas en la mano del héroe, así los hijos de la juventud.
    Dichoso el hombre que ha llenado de ellas su aljaba; no quedarán
    confusos cuando tengan pleito con sus enemigos en la puerta.

    Y el Señor, que es fiel, nos concedía una palabra, el poder ver que estos hijos que nos ha dado nos han preservado del enemigo. De cuantas cosas nos ha preservado Dios por medio de estas flechas.
    La Paz!!!

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  4. ¡Gracias por su comentario en mi blog! La felicito por su entrega a su familia y al Señor. Unidos en la oración, p. José Luis (Argentina)

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