Lecciones de la pandemia

Cuando comenzó la pandemia, situación atípica, inimaginable e impensable a todas luces, muchos vivíamos luchando contra el tiempo, batallando contra los minutos de un reloj imparable que nos robaba tiempo para nuestros hijos, nuestro cónyuge, nuestra familia… corriendo de acá para allá, detrás del dinero, del éxito, del prestigio… quizás con los abuelos ingresados en residencias, porque no había hueco para ellos en nuestras casas. Llenos de ideas, actividades, opiniones, intentando arreglar el mundo hacia afuera pero descuidando nuestro mundo de puertas adentro. Estresados, divididos, sin tiempo, o mejor, con unas prioridades perversas que nos hacían dedicar tiempo a cosas que no las merecían tanto.

pandemia del coronavirusPero entonces apareció el virus, y todo se paró. Cuarenta y dos millones de españoles confinados en su casa no son moco de pavo. Durante más de 60 días vimos cómo caían una tras otras, miles de personas, entre ellas, una generación maravillosa, la que levantó España tras la guerra civil. Nuestros abuelos. Una generación a la que nunca agradeceremos bastante el esfuerzo, la entrega y la abnegación en la que se convirtió su vida. Una generación, la de la posguerra, que ha muerto como había vivido, sacrificada, creyente, y abrazada a la cruz. Se me ocurre que esta pandemia nos ha puesto a la muerte de cara. Hasta entonces, vivíamos en el limbo de nuestras ensoñaciones, sí, sabíamos de la muerte, pero ese ansia de eternidad que todos llevamos dentro nos inclinaba a pensar que eso solo les acontecía a otros. Que nosotros éramos inmunes a morir. 

Pero de repente, entró la realidad arrasándolo todo, podíamos morir, podían morir nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros amigos… Y nos dimos cuenta de que no somos dioses, que no podemos darnos la vida a nosotros mismos. De Dios venimos y a Dios vamos. Había que empezar a vivir con los pies en la tierra y la mirada fija en el cielo.

Entre otras cosas, ojalá hayamos caído en la cuenta de que todo está bien hecho. Si Dios lo ha permitido, será por algo. Él sabe más. Hace poco me contaron un caso real que podría muy bien ilustrar lo que quiero decir, lo narro: Juan, cristiano, feligrés en una parroquia,  tenía un buen trabajo, una familia grande, una buena casa, pero ocurrió que en su trabajo debía firmar algo que a su modo de ver era totalmente injusto. Y arriesgándolo todo, no firmó aquello, y le despidieron. Él pensó que Dios se lo compensaría de alguna forma, el ciento por uno… pero pasó el tiempo y veía que Dios no se lo “devolvía” con creces… incluso en el espacio de dos años se quedó en el paro, él y su familia tuvieron que cambiarse a una casa más pequeña, y además, nació un nuevo hijo al que posteriormente detectaron una alteración grave del comportamiento. El caso es que este hombre no entendía a Dios, no entendía que le hubiera abandonado, se sentía solo, incomprendido, desamparado, se preguntaba por qué se había quedado en paro, por qué le había pasado todo aquello… Pero aquí no acaba la historia, pasado un tiempo,  la psicóloga de su hijo, le dice a Juan, el padre: “Mire, su hijo ya está muy bien, y le voy a decir por qué se ha salvado. Han sido dos cosas: la primera, se ha salvado porque están en una casa pequeña, y esa relación cercana con los hermanos ha sido muy beneficiosa, y la segunda causa de que esté bien, es porque le ha tenido a usted, su padre, en casa todo el tiempo, pendiente de él, apoyándole”. ¿Qué quiero decir con ello? Que el Señor hace las cosas bien, aunque ahora no lo entendamos. Todo es para bien de aquellos a los que Él ama. Este tiempo de pandemia también es para bien. Y si ahora sufres la pérdida de un ser querido, ten fe, Dios sabe más, y le quiere más que tú mismo.

post relacionados: mamá no te mueras



Comentarios

  1. Hola!! Por favor,sabes algo de Mabe? Yo hace muchísimo que no sé nada. Veo que dejó su blog... Por favor dime si sabes. Gracias!! Sara.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Deja aquí tu comentario, nos enriquece a todos

Entradas populares de este blog

Una rara avis

La conversión de Narciso Yepes