Un poco de su humildad

 Queda apenas una hora para que finalice el día de la Inmaculada, y no me gustaría terminar este día sin hablar de Ella. María, a quien le he pedido hoy, y ayer también, que me obtenga del Señor un poco de su santa humildad. No me atrevo a pedir más, porque sé que la humildad está unida al sufrimiento -ella sufrió a chorros, aunque también Dios la cubrió con su gracia- y quizás el Señor, en su generosidad, me dé mucho de eso -humildad-, y me da miedo sufrir... soy así de débil. Con un poco de su humildad me bastará, creo, para llevar una vida más acorde con el Evangelio. 

María, la que se fió completamente. La que dijo Sí, hágase. La que dio el primer paso para que el gozo del cielo fuera una realidad para todos nosotros. En Ella se mira la Iglesia, y a una le pedimos su fe, su humildad, su gozo, su alegría, su paz, su amor, su misericordia para con los otros, su entrega, sus ojos para ver las necesidades de los demás, su voluntad para seguirLe y AmarLe.


 "HE AQUÍ LA ESCLAVA DEL SEÑOR, HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA". Hoy quiero decir contigo, "hágase en mí", Señora. Que se haga en mí la voluntad de tu Hijo, que pueda amar como Él ama, que no tenga miedo a entregarme, que pueda -y quiera- seguirle todos los días de mi vida. 

Bajo tu amparo me acojo, Santa Madre de Dios.


Postdata: Unas cuantas de mis hijas llevan el nombre de María, una de ellas se llama María de Nazareth. Qué maravilla tenerla como Madre y protectora. Acoge a todos mis hijos, que son los tuyos, bajo tu manto, Santa Madre de Dios. Y condúcenos un día, al cielo.

Santa María,
ruega por nosotros, que recurrimos a ti. 




Comentarios

Entradas populares de este blog

Una rara avis

La conversión de Narciso Yepes