En Lerma con sor María Israel
A alguno le sonará la cara de esta monja. Es sor Israel, del Reto -es decir, de las dominicas de Lerma (Burgos)-. Estuvimos con ella unos cuantos de nuestra familia -los que pudieron venir- hará una semana, la verdad es que fue una tarde inolvidable. Mi hija Rocío se casará en pocos días y le pedimos a sor Israel que rezara por su futuro matrimonio, y también, cómo no, por que no lloviera ese día, cosa importantísima para las novias de hoy.
He de reconocer que en mi boda llovió bastante pero eso no hizo palidecer, ni mucho menos, la celebración. Yo estaba tan contenta que no le di más importancia de la que tiene; ese día me iba a casar con José Manuel y eso era lo principal, si llovía o no llovía, si tronaba o no, no dejaba de ser pecata minuta. Bueno, el caso es que allí fuimos, y la experiencia no nos defraudó. Israel es una mujer de 32 años que entró en la clausura con 18 abriles y a lo largo de estos 14 años el Señor la ha puliendo y ha hecho con ella una obra maravillosa (aún sin terminar, claro).
Podría decir de ella muchas cosas, pero la primera y fundamental es que está completamente enamorada de Jesucristo, y eso se nota muchísimo. Además tiene un discernimiento y una forma de acercarse a las personas muy atrayente, ella se interesa sinceramente por la vida del otro y a partir de ahí pregunta y pregunta, y crea una relación de tú a tú aderezada por las propias experiencias personales que es una delicia.
Nos habló de su propia conversión, de cómo el encuentro con el Señor la condujo a la alegría y a la generosidad, dos cosas que ella tenía aparcadas en su adolescencia y primera juventud. De cómo le cambió la cara cuando pudo experimentar el amor que Dios le tiene, de cómo en su trabajo la miraban extrañados porque ¡estaba sonriendo¡.
Anécdotas varias que nos hicieron reír a carcajadas... Compartir con ella nos hizo mucho bien. Recuerdo que cuando íbamos de camino a Lerma se me vino a la mente el canto de la hemorroisa e hice oración con él: "En medio de aquel gentío una mujer le tocó". "Soy una mujer impura que sufro flujo de sangre, mas al tocar tu vestido el flujo desapareció", "hija, tu fe te ha salvado"... y me di cuenta de que nosotros éramos la mujer impura que iba a ver a Cristo y tocarle el manto. Me pareció una pasada que a través suya pudiéramos tocar a Cristo. Pero así fue, y se lo agradezco enormemente.
Ah, una cosa más. Nos habló mucho de la importancia de experimentar el amor de Dios por uno mismo. De poco vale la fe aprendida y no vivida, nos animó a buscarle y a tener ratos de intimidad con Él, esto es importantísimo para vivir la vida unidos a Cristo.
Me hizo pensar que nos dijera que Jesús está vivo, está resucitado, y que me acompaña todos los días de mi vida. Vivir la vida desde esta premisa es toda una aventura. Gracias Israel.
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