La fe entra por el oído

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
-«Nadie que ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama, sino que la pone en el candelero para que los que entran tengan luz.
Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público.
Mirad, pues, cómo oís, pues al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener». (Lucas 8, 16-18)

Recuerdo clarísimamente, como si fuera ayer, que este evangelio me salió al azar durante la peregrinación a Colonia de 2005, íbamos a ver al Papa Benedicto XVI, en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud. Entonces, en el autobús, cuando se proclamó este evangelio dirigido a mí personalmente, me sentí tocada y "hundida". Me removió por dentro porque yo no sabía cómo ponerlo en práctica. Era consciente de que había recibido mucho, y de que el Señor me pediría cuenta de los dones recibidos... y yo tenía la sensación de que estaba escondiendo la lámpara, mi lámpara, debajo de la mesa. Este evangelio me ayudó a coger en peso mi vida y mi historia personal. Me ayudó a fiarme de Dios, a confiar en Él. Y a dar el paso. Lo demás, lo hace Él. Él es el que toca los corazones, yo sólo tengo que dejarle hacer, y ponerme en sus manos. Esto cuesta, sí, pero cuando lo haces, sientes que eres llevada por una fuerza superior a ti, que formas parte del engranaje de Dios, y eso te llena de alegría.

La fe es algo muy delicado, es un don precioso que hay que cuidar. No vale decir, "yo tengo fe", y vivir la vida como si no la tuvieras. La fe implica una exigencia de vida, y parece una contradicción pero es cierto lo que dice Jesús, "al que tiene, se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener", ¿cómo es esto? pues creo que es de las pocas "cosas" en la vida que cuando la das, te revierte aumentada. Es muy curioso y muy gratificante. El Espíritu santo se encarga de que nuestra vasija esté siempre llena, a rebosar, si verdaderamente damos un paso al frente y ofrecemos gratis lo que gratis hemos recibido. 
"Mirad, pues, como oís", porque la fe entra por el oído, por la predicación, por la Palabra escuchada, y una vez acogida, ha de ser puesta a disposición de nuestros semejantes. Y eso sale solo, no os preocupéis... ocupaos de escuchar y acoger. Lo demás, el Espíritu Santo lo hace. Él se encarga de que brote de la boca lo que tenemos en el corazón.

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