Jesucristo es la Palabra definitiva de Dios

Convertíos y creed en el evangelio
Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: -«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio.» Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: -«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él. (Mc1, 14-20)


Después del bautismo de Jesús y del encarcelamiento de Juan el Bautista, Jesús empieza a predicar en Galilea y comienza a anunciar que el reino de Dios está cerca, que se ha cumplido el tiempo. Parece que Jesús da una visión apocalíptica, como si el final de los tiempos estuviera ya aquí. Y en cierta forma, así es, pues con Cristo Jesús todo ha sido cumplido. Todo ha llegado a su cumplimiento. En Jesús se cumplen las Escrituras, lo dicho por los profetas. En este sentido con Jesucristo se ha cumplido el tiempo. De hecho, Jesús dirá en la cruz: “Todo está cumplido”. ¿Y qué es a lo que Cristo Jesús ha dado cumplimiento? Pues, con su entrega en la cruz, con su entrega sacrificial, Jesús ha cumplido lo anunciado por Isaías, por Zacarías, Jeremías, Ezequiel, Daniel, Miqueas,.. Un enviado de Dios, un Mesías nos ha nacido -hemos celebrado hace poco- y nos ha abierto las puertas del cielo, cerradas por el pecado del hombre. Pero Jesús ha hecho algo más, nos ha mostrado el amor incondicional del Padre por cada una de sus criaturas -desde ahora sus hijos-, permitiendo que su Hijo amado entrase en el sufrimiento más atroz por amor al hombre.


¿Y qué reino anuncia Jesús? Jesús usa parábolas para dar a conocer ese reino, dice que el reino de Dios se parece a un grano de mostaza que se convierte en un árbol espléndido donde anidan los pájaros, dice que es como un poco de levadura que fermenta toda la masa... Verdaderamente el reino que Jesús anuncia es una Persona, es el mismo Padre Dios, Abbá, al que Jesús nos ha enseñado a llamar “Padre”.


Será en la parábola del hijo pródigo donde veremos realmente cómo es ese Dios para con nosotros: misericordioso, amante, paciente, en espera del hijo amado. En definitiva, el reino que Jesús anuncia es Dios mismo, o lo que es igual, es Jesucristo mismo, imagen del Padre en la tierra. Dirá Jesús a Felipe: “Felipe, tanto tiempo conmigo ¿y aún no me conoces? Quien me ve a mí ve al Padre, ¿Por qué dices “muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí?” (Jn, 14, 7ss). Jesús es la palabra definitiva del Padre. Dios sólo ha pronunciado una Palabra y esa Palabra es Jesucristo. En él está compendiado todo el mensaje de Dios a los hombres.



Por último, Jesús en el evangelio de hoy mira a Simón y a Andres, a Santiago y a Juan, y les llama, e inmediatamente lo dejan todo, lo que estaban haciendo, sus obligaciones familiares incluso, y le siguen. Debía ser absolutamente arrolladora la persona de Jesús... algo fascinante. Y llama la atención ver que a quienes busca son gente “insignificante”, Jesús para anunciar algo grande, que el reino está cerca, que necesitamos buscar a Dios en nuestras vidas, que hay que aborrecer el mal y abandonarse al cuidado del Padre, para ello, el Señor elige a pescadores, a publicanos, a prostitutas, a gente de mala vida... ¿por qué? Porque la Palabra de Dios se expande sola, no necesita de grandes inteligencias, sólo necesita de un corazón abierto para dar fruto. Por eso Jesús escoge lo que no es, para que quede de manifiesto que la obra es de Dios.


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